Volar con un niño de 2 años y el dilema del cinturón de seguridad

departamento en miami

Volar con un niño de 2 años en un vuelo largo fue una experiencia que nos tenía intrigados. Ya habíamos volado con nuestro hijo en un vuelo de cabotaje a Bariloche con 1 año y 9 meses como cuento en este post. Pero este sería un vuelo de 9 horas.

Siendo previsores, como siempre hay que tratar de ser, buscamos apaciguar cualquier «mal comportamiento» o situación que a terceros pudiera molestar. Claro que no todo es mal comportamiento, si no que un niño a esa edad no comprende que conducta puede ser incorrecta en público o molesta hacia otros. Por ello buscamos vuelo nocturno (alguien podría hacerlo en vuelo diurno????), y como siempre, llevamos elementos de su rutina diaria para darle seguridad, y algún factor sorpresa que pueda distraerlo en una situación difícil (algún elemento nuevo que llame su atención, como un pequeño juguete).

El vuelo era directo por American Airlines, saliendo de Ezeiza 23:45, con llegada a Miami a las 06:55 horario local. Tomás tiene la habilidad de no dormirse temprano, por lo que el horario era ideal. El vuelo partió a horario, y como es su deber, había que tocar e investigar todo.

niño de dos años en vuelo de ezeiza a miami

El dilema del cinturón de seguridad

Al principio todo era novedad y alegría mientras terminaba el embarque, hasta que llegó el anuncio de cinturones de seguridad para iniciar maniobras de despegue. Como se ve en la foto anterior, Tomás necesitaba estar siempre arriba de su mamá. Como es sabido a partir de los 2 años, los niños pagan y ocupan una butaca.

Era hora de que se sentara en su lugar y se ajustara su cinturón de seguridad. Nuestros intentos por persuadirlo de que debía hacer eso para poder despegar, no tenían éxito. Qué estabamos diciendo….?! Si él debía estar a upa de mamá… Era una premisa indiscutida. Entonces consultamos con la azafata alternativas para esta situación, y su respuesta fue simple: Sentado en su asiento con cinturón de seguridad. Entonces, la premisa indiscutida de Tomás fue abolida… pero sólo por los segundos que dura el despegue. Tuvimos que sentarlo, abrocharle el cinturón, aunque bastante flojo, y lo abrazábamos de ambos lado, bien cerquita de él… pero el llanto iba a decir presente, claramente. Por suerte terminó todo rápidamente.

Acto seguido, tuvimos un pequeño altercado con el pasajero de la fila de adelante, que nos pedía que bajemos el sonido del celular que estaba viendo Tomás, aunque no estaba tan alto… Faltó algo de empatía en ese señor. Nosotros somos partidarios de que el celular se use sólo en situaciones de suma necesidad, y un vuelo en avión lo era. Habíamos bajado algunos videos de Youtube. Pero nunca habíamos logrado acostumbrarlo a usar auriculares, él no quería. Así que acá hay un tip para aquellos padres que puedan enfrentarse a esta situación: anticípense en llegar al vuelo con el ejercicio de usar auriculares.

Esos eran los últimos minutos de Tomás despierto. Luego accedió a que la mamá lo durmiese paseándolo apenas un poco en el pasillo. Para esa época, ya había dejado el pecho, cosa que antes era garantía de sueño cuando nosotros lo dispusiéramos. El sueño llegó rápido, y allí la otra parte de la pequeña odisea.

Compartir una fila de tres con un niño

No se puede. Simple.

niño de 2 años durmiendo en un vuelo nocturno

Perdón por la calidad de la foto, pero creo que sirve para graficar la situación. Tomás, como cualquier niño a esa edad, no puede comprender que se debe hacer lugar para los tres. Él necesita dormir bien estirado. Claro que se pueden intentar algunas posiciones como para sentarnos los tres, pero el miedo era despertarlo… y con ello despertar a todo el avión. Quedaba un pedacito de la tercer butaca, como para apretarse contra el borde… pero uno sólo. El otro alternaba estando parado, o sentado en el apoyabrazos del pasillo… o sí, sentado en el piso. Claro que no se puede, pero por momentos lo hicimos… hasta que alguno de los tripulantes que nos vio nos dijo que no se podía 😂. No era algo que quisiéramos claramente, pero faltaban como 8 horas todavía.

Para el regreso, analicé todas las posibilidades, y llegué a la conclusión de que la mejor opción es que el niño se acueste sobre su butaca boca arriba, y sus pies queden encima del regazo de uno de los padres. No es mucha ciencia, verdad? Pero en el tramo de ida Tomás no había querido. Optaba a lo sumo por apoyar en el regazo la cabeza, pero eso es mucho más antinatural, por ende incómodo, y se despertaba. A la vuelta, una vez dormido, nos acomodamos de la forma indicada con menos miedo a que se despierte, y viajamos «algo» mejor… Aunque creo que ya es hora de que ingenieros y deseñadores se iluminen con una creación que permita a todos los integrantes de la familia viajar más cómoda asumiendo que un niño no puede dormir sentado. Y la inmensa mayoría no puede pagar first class…..

Ah, la foto de portada es de nuestra feliz estadía en un departamento en Miami, en la zona de Hallandale Beach.

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4 Comentarios
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Pedro
Pedro
4 months ago

Uy te la regalo viajar 8 horas sin poder sentarse!

Sabri
Sabri
4 months ago

Increíble experiencia.

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